Soy de los que piensan que la aventura de la vida se mide por la capacidad de maravillarse con las cosas que nos ofrece. Y la pintura de Fernando Peláez tiene mucho que ver con eso, con la capacidad de fascinar, y al mismo tiempo de transmitir sensaciones, ya sean de inquietud o de silencio. En ese sentido, es una pintura con truco, porque es muy fácil entrar en ella pero muy difícil salir.
Las pinturas de Peláez transfieren impresiones muy similares a las de la poesía visual (a veces puede recordar a grandes paisajistas, otras a Magritte, e incluso otras a Joan Brossa), es una pintura evocadora, cargada de simbolismo, de preguntas, de un arte interior profundo, como corresponde a un artista de raza, a un "artífice de bellas artes" en el sentido etimológico del término, que pinta porque le gusta pintar, porque ama su trabajo y, como decía Claudio Rodríguez en "Alto Jornal", porque "nos abre su taller verdadero, y en sus manos ?brilla limpio su oficio, y nos lo entrega de corazón porque ama, y va al trabajo temblando como un niño que comulga mas sin caber en el pellejo"
Por eso, esta exposición, Veinte, no es una exposición cualquiera, es también una cuenta saldada con Cornión, la galería que vio nacer un artista veinte años atrás y que regresa a casa para celebrarlo, sabedor de que no existe un lugar mejor para ello. Veinte es la constatación de que Fernando Peláez sigue siendo un artista auténtico, un artesano de verdad, un buscador que pinta además sobre papel, un material siempre tan ligado a la palabra, en lo que se interpreta como un gesto romántico, idealista y rebelde. Y es un placer reencontrarnos con su trabajo, series que vienen marcadas fundamentalmente por la técnica y el formato, en las que encontramos dibujos, óleos y otras experimentaciones de técnicas mixtas.
Las pinturas de Fernando interpelan al espectador, esa figura sin la que no se puede terminar un cuadro, y provocan que su pensamiento no salga indemne. Cada pintura es la averiguación de una belleza que estaba por descubrir, la aparición de una respuesta muda, interna, en la que se destensa la breve tensión que habita en los títulos. Por eso, cuadros como "Vente, le decían las flores" o "No todo lo que escupe el funambulista es equilibrio" me remiten siempre siempre a aquella sentencia de Cortázar en Rayuela que tanto se aviene con la pulsión de Fernando: "ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas"
Por todo ello la considero una pintura de hallazgos, de emociones y de diálogo que nos sitúa en el momento preciso del arte, cuando las contradicciones de la vida brotan mansamente: El arte es el lugar de ese nacimiento, el lugar de donde aparece la duda que estaba agazapada en el interior y que, de vez en cuando, sale a la luz para decir "aquí estoy", y se asoma, sale al encuentro de la naturaleza, que para Peláez es fuente de inspiración y de emoción, como demuestra el tratamiento que hace de la atmósfera, la densidad, el aire, la evanescencia y, por consiguiente, de los estados de ánimo. Subyace en ellos la melancolía que busca lo imposible: el equilibrio entre razón e imaginación, aquello que decía Paul Claudel y que condensa toda voluntad creativa: "el orden es el placer de la razón, el desorden es el placer de la imaginación"
No es extraño que la presencia de la palabra sea tan determinante en estos espacios de reflexión que crea Peláez, quien creció viendo a sus padres entre libros, una devoción que heredó como hijo y que ahora, años después, reaparecen en él como padre. De ahí la importancia de los títulos, que al cabo son la excusa, la llave de entrada a ese universo propio que en esta ocasión se reparte en veinte cuadros, o veinte años.
Use Lahoz es escritor -premio Ojo Crítico de narrativa 2012 por La estación perdida y Premio Primavera 2013 por El año que me enamoré de todas-, profesor de lengua y literatura en el Instituto de Estudios Políticos de París y colaborador habitual de el diario El País y RNE. A finales de 2016 publicó "Los buenos amigos".
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